Bienestar subjetivo

Resurgir a pesar de la adversidad

La fragilidad sacó a flote la fortaleza de las personas

Resurgir a pesar de la adversidad
La fragilidad sacó a flote la fortaleza de las personas

Si bien la pandemia ha provocado estragos en muchos aspectos de nuestras vidas, por la pérdida de seres queridos, empleos o cosas materiales o por cambios inusitados en nuestras rutinas, los seres humanos somos resilientes y tenemos la capacidad de levantarnos y reconstruirnos, eso es bienestar subjetivo, que podamos aprender de las experiencias difíciles y tomar lo mejor de ellas para ser mejores personas.

Así lo consideró Cecilia Mota González en su plática “Bienestar subjetivo en mujeres y hombres durante el confinamiento por Covid-19”, en la que dio a conocer los resultados de un trabajo al respecto, que hizo junto a Nazira Calleja, investigadora de la Facultad de Psicología, y un grupo de investigación que consideró importante saber qué pasaba con nosotros en tiempos de pandemia.

Entre los resultados, describió, encontraron que el confinamiento puso de manifiesto la fragilidad, las limitaciones y vulnerabilidad de las personas; la fortaleza espiritual les aportó recursos internos que les dan fuerza, creatividad y sentido de vida, además de que les ayudó a enfrentar la depresión y el estrés, por lo que esta fortaleza fue un protector importante ante el impacto psicológico de la pandemia.

Estos resultados pueden contribuir a la elaboración de estrategias que reduzcan el impacto y favorezcan la reincorporación a la vida cotidiana postpandemia, con herramientas que nos permitan restablecer todo nuestro funcionamiento psicológico, además de programas de intervención, donde se fortalezca la empatía, el contacto social y la espiritualidad, consideró.

Sabemos que la pandemia obligó a millones de personas de todo el mundo a confinarse en sus hogares como medida de mitigación y control del virus, con los respectivos costos psicosociales y económicos que han impactado en la salud mental y el bienestar de las personas.

También trajo distanciamiento social, enfermedad y, en algunos casos, violencia intrafamiliar. Varios estudios muestran que, en este periodo, las mujeres han sentido miedo y angustia, y en los hombres incluso incremento en el consumo de alcohol.

Sin embargo, destacó la maestra en Psicología por la UNAM, también hubo otras investigaciones que mostraron signos positivos en los estados afectivos que se asociaban con un mayor bienestar subjetivo, la sensación de sentirse bien, la evaluación que hace una persona de la satisfacción que tiene con su vida y de las emociones agradables que experimenta, y que también es considerado un indicador de salud mental, de ahí la importancia de ver qué sucedía con este tema.

En primer lugar, explicó, debe considerarse que el bienestar subjetivo tiene dos componentes, el afectivo, que tiene que ver con la felicidad, con los altos niveles de emoción positiva y bajos en emociones negativas, y el cognitivo, relacionado con el concepto de satisfacción vital, la consideración de que su vida es buena.

En situaciones adversas, continuó, el bienestar subjetivo tiene predictores como la salud, si me siento sana va a aumentar mi sensación de bienestar, por el contrario, si me siento enfermo va a decaer esa sensación. Otro factor importante es el empleo, la sensación de sentirse útil también genera bienestar.

La autoeficacia tiene que ver con un factor psicológico, cómo me siento; el sentido del humor, la capacidad de planeación y la fortaleza espiritual. 

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