En su obra Teorías del arte contemporáneo, la filósofa Juliane Rebentisch propone tres fechas emblemáticas que enmarcan el origen del arte contemporáneo: 1945, 1965 y 1989.
Rebentisch indica que el crítico de arte y curador mexicano Cuauh-
témoc Medina considera que no hay un consenso que permita trazar nítidamente los límites del arte contemporáneo.
Medina toma como referencia 1945. Me parece que hay buenas razones para no inclinarse por alguna de estas fechas, porque la noción de arte contemporáneo puede agrupar un cúmulo de obras con propuestas estéticas, teóricas y políticas muy divergentes. Por supuesto, tales diferencias nos plantean un problema para su enseñanza.
En mi opinión, una de las mayores dificultades didácticas depende de la comprensión de diferentes formas de concebir la temporalidad.
Quizás algunos criterios artísticos como la creatividad, la originalidad y la innovación crean confusiones para identificar el arte contemporáneo únicamente con lo que se hace en el presente, aunque esta insistencia nos obliga a retomar de los historiadores distinciones entre el tiempo personal o vivido, el tiempo social y el tiempo histórico, puesto que el arte contemporáneo se sitúa en la intersección de estos tres ejes temporales.
El tiempo personal es lo que vivimos y se acumula con nuestras experiencias. Las edades de la vida son altamente significativas y diferenciadoras, y aun cuando haya un cruce de edades y fechas, no es lo mismo la experiencia personal de una anciana de 84 años y un joven de 18, pero en cierto sentido sus vidas suceden en un tiempo histórico contemporáneo, pese a las singularidades desde las cuales experimentan el mundo y establecen relaciones con los demás.
Otros conceptos adicionales como cambio, duración y sucesión ayudan a entender el tiempo social, comprender el tiempo histórico y hacer cortes de una forma no lineal, ni acumulativa.
Para algunos historiadores el tiempo social marca diferencias generacionales, pero una reflexión sobre el tiempo histórico como la duración y ciertos supuestos teleológicos, como “el progreso de la historia”, ayudan a comprender la diferencia entre cambio generacional y el cambio histórico.
¿Por qué elegir 1945 como fecha emblemática del origen del arte contemporáneo? Si seguimos a Theodor Adorno esa fecha remite al fin de la Segunda Guerra Mundial y el fin de la idea de “progreso”.
Así, v. gr., habrá razones por las que el butoh, danza japonesa contemporánea, establecerá parámetros estéticos completamente distintos al ballet clásico y su contenido dependerá precisamente de la desilusión histórica que representó el inicio del uso de bombas de destrucción masiva y sus implicaciones para la preservación de la vida y la espiritualidad.
Aunque 1989 remite al “fin” de la Guerra Fría, en una lectura no lineal del tiempo histórico descubrimos que aún existen conflictos heredados de 1945 y que supuestamente habían terminado en 1989, como las guerras entre Rusia y Ucrania o Israel y Palestina.
Hoy podemos conocer personas que nacieron en 1940 y han vivido la historia de estos acontecimientos, por lo que habrá diferencias personales y generacionales relevantes con los adolescentes del presente, pero compartimos el mismo tiempo histórico.
Del mismo modo, las y los primeros espectadores del Tendedero (1978), de Mónica Mayer, pueden compartir un tiempo histórico con las y los espectadores de su reactivación en 2016 y las generaciones presentes, aun cuando existan diferencias en el tiempo vivido y el tiempo social.
El tiempo histórico es de larga duración y contiene los límites y cortes que enmarcan lo que llamamos arte contemporáneo.
Otras historiografías herederas de la posguerra fecharán lo contemporáneo en los años 60, con la concepción de la instalación y el performance de Joseph Beuys (1921-1986) y el pop art de Andy Warhol (1928-1987), pero en ambos casos habrá continuidad con sus contemporáneos como Ai Weiwei (n. 1957) o Jeff Koons (n. 1955) quienes tienen, por supuesto, propuestas estéticas, políticas y estrategias de marketing tan divergentes como las tuvieron en su momento Beuys y Warhol.