diálogo en filosofía

En busca del conocimiento significativo

Se les debe entrenar en el arte de parir ideas

En busca del conocimiento significativo
Se les debe entrenar en el arte de parir ideas

Dice Francisco Mora Teruel que “sólo se puede enseñar bien aquello que se ama, aquello que llevas con corazón (emoción) dentro de ti (...) Sólo así el mensaje llega y queda en quien te escucha”, pero solemos atribuir a una buena enseñanza aspectos solamente cognitivos y que tienen que ver con la inteligencia lógico-matemática, olvidando cómo podemos enseñar realmente para llegar al conocimiento profundo y significativo.

Mora Teruel también señala que: “Educar se refiere a enraizar emocionalmente los valores y normas que llevan al respeto de las personas, la sociedad y las instituciones que las representan. Es ayudar a construir un ser humano con un verdadero concepto vivencial de la libertad, la dignidad, la nobleza y la justicia”, y es ahí donde se abre un panorama muy profundo acerca de la educación, que debería unir ciencias y humanidades.

En humanidades, existe un potencial enorme que puede tener por ejemplo la ética, porque forma al joven en la ciudadanía, que desde Sócrates significa ser un individuo que piensa por sí mismo y consulta su voz interior, que cuida su alma y que no se deja guiar por falsos valores del exterior.

Formar al joven, entonces, requiere que el profesor sea un individuo con una alta moral capaz de involucrarse con la educación ética de su alumno, al enseñarle, por ejemplo, la dignidad de la conciencia ética del científico, al transmitirle una enseñanza que tenga que ver con las aplicaciones de la ciencia a las comunidades sociales. Al involucrar al estudiante con las problemáticas humanas y que comprenda cómo la ciencia y la técnica deberían contribuir al bien de la humanidad.

El bien humano es materia sustancial para un joven. El docente tendría que aplicar su amor al conocimiento, su saber amoroso a una temática que se vuelve vital, porque el maestro transmite lo fundamental que puede ser un conocimiento para, por ejemplo, contribuir a la sustentabilidad y no consumir carne, porque el consumo de agua en la producción de ganado devasta zonas agrícolas.

La ética entonces tendría que ser revalorada y darle su peso esencial, ya que es necesaria para una reflexión filosófica en bachillerato, pues los jóvenes están en una edad donde requieren reflexionar sobre su propio ser, sobre su vida, sus valores y su circunstancia.

La ética es un área de la filosofía que estudia el comportamiento moral de los individuos, ofreciendo los conceptos necesarios para ampliar la conciencia de lo que significa vivir en comunidad, siendo un individuo que vive con valentía, con sinceridad, que dice la verdad, que busca la sabiduría, que es un buen amigo.

La filosofía en bachillerato tendría que dejar ese afán de la modernidad que ha hecho de ella “una ciencia del discurso racional, una especie de gimnasia verbal que la acerca más al sofismo criticado por Platón” Juan Pablo Carrillo Hernández (2019).

Según Carrillo, “también la filosofía tendría que ser la cura para el alma y para eso se empleaban los cantos, así Pitágoras curaba a sus discípulos de múltiples padecimientos, ya que en el alma debe haber armonía, ella misma es ritmo, y para estar sanos, dice Jámbico que Pitágoras sostenía que había que estar en armonía con el cosmos”. De ahí que la enseñanza en bachillerato podría cumplirse de forma multidisciplinar.

De esta manera, para los jóvenes en bachillerato habría que cambiar el sentido de filosofía, devolviéndole su sentido original. Lo propicio para enseñar filosofía en bachillerato, como apunta Brenifier, es aplicar la mayéutica, de la herencia socrática, pues así se desarrolla “el arte para parir ideas”.

Propicia un buen pensamiento al joven bachiller para dejar de vivir como sonámbulo, por eso hay que insistir en que la filosofía es una tarea socrática, en la que se dialoga con los alumnos, se aplica la mayéutica, creando -dice Brenifier- “un impacto cognitivo” que se da a través de hacer preguntas a los jóvenes sobre sus estilos de vida, sobre lo que consideran que tiene significado en su vida, sobre la muerte o sobre la felicidad y el amor. El diálogo en filosofía es esencial, pues permite reconocer lo que se ignora, permite ahondar en la propia conciencia, y entonces el joven da a luz su propia sabiduría.

La enseñanza de la ética posee un valor fundamental para el joven, no volverá a pensar en los temas de la existencia concreta a lo largo de su carrera; por eso, más allá de temas abstractos y conceptuales, es imperativo enseñar a pensar en los valores y en el sentido profundo de la existencia vivida con amor. 

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