La violencia de género y revictimización son constantes para mujeres

El costo de ser científica

La violencia de género y revictimización son constantes para mujeres

El costo de ser científica
La violencia de género y revictimización son constantes para mujeres

La falta de referentes femeninos en la ciencia tiene un impacto negativo en las aspiraciones profesionales de las niñas, eso se traduce en una menor presencia en estas carreras, lamentó Wendy Pérez Báez, del Instituto Nacional de Cancerología, para quien ante esa inequidad sistemática no queda más camino que alzar la voz, visibilizar el problema y propiciar cambios.

En su conferencia “¿Y a ti, qué te costó llegar a ser científica?”, organizada por la Coordinación de Humanidades y el Programa Universitario de Bioética (PUB), la maestra en Ciencias Bioquímicas por la UNAM criticó el hecho de que hoy en día sólo un 30 por ciento de investigadores y científicos en el mundo sean mujeres, una inequidad que se ha visibilizado desde los años 90.

En el marco de las actividades por el igualdad, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, se refirió al documental Picture a Scientist, que recupera experiencias biográficas de Jane Kathryn Willenbring, geomorfóloga y profesora asociada de Ciencias Geológicas de la Universidad de Stanford, “quien sufrió maltrato y agresiones por parte de su tutor al realizar estudios en la Antártida”.

De Nancy Hopkins, bióloga molecular y profesora emérita de Biología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien fue agredida físicamente cuando era estudiante de laboratorio y era vista por sus superiores sólo “como una técnica calificada y no como una científica”.

Raychelle Burks, profesora de Química Analítica en la Universidad Americana de Washington, quien padeció discriminación por ser de raza negra, y denunció “ser ignorada en las reuniones de la Academia y de poner en duda sus conocimientos”, sólo por su color.

Las experiencias biográficas de la película “muestran que la construcción del conocimiento científico también está relacionada con sus experiencias de vida”; además, deja claro que a todas las investigadoras “nos ha costado sufrimiento, dolor, humillaciones, discriminación y hasta vejaciones, llegar a ser lo que somos”.

Sin embargo, dijo, rescata de esos materiales la idea de levantar la voz, visibilizar estos problemas y fomentar cambios, pues las mujeres que allí aparecen, además de científicas reconocidas, se volvieron activistas de movimientos sociales para fomentar la igualdad y la equidad en la ciencia”.

Para Pérez Báez, la violencia de género hacia las mujeres ha sido estructural y sistémica, porque se da en un sistema organizado, ya sea político, económico o social, y por eso también parte de una cultura heteropatriarcal, y sistémica, porque se repite una y otra vez, a través de conductas, acciones y costumbres, lo que la legitima.

En México, sostuvo, “todas estas formas de violencia e inequidad de género existen; muchas mujeres que concursan para obtener una beca son rechazadas, compitiendo contra hombres que han gozado de muchos privilegios y tienen una trayectoria curricular prolífica”.

“En innumerables ocasiones nos niegan posibilidades para hacer posdoctorados, ya sea por ser mujeres, madres, trabajadoras o esposas, o por carecer de experiencia en las áreas de mayor actualidad, revictimizándonos y condenándonos a no desarrollarnos en el ámbito científico”, lamentó.

Uno de los problemas, señaló, es que, como dice Luz Acevedo, por más doctas que sean las mujeres, tienen impregnado el deber ser con el que han sido educadas y eso permanece en el inconsciente de todas.

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