Álvaro Arreola

Pide refrendar el liderazgo del CCH

Para el destacado maestro en Sociología, es necesario recuperar el valor inmenso del bachillerato universitario

Pide refrendar el liderazgo del CCH
Para el destacado maestro en Sociología, es necesario recuperar el valor inmenso del bachillerato universitario

Cumplidos sus primeros 50 años, el Modelo Educativo del Colegio de Ciencias y Humanidades debe continuar, pero también volver a apreciarse, enfrentarse y hacerse más competitivo frente a otras universidades públicas. Recuperar el primer lugar en la historia mexicana.

Se trata, sostiene Álvaro Arreola, egresado del plantel Oriente y hoy integrante del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, “de que el CCH se convierta nuevamente en punta de lanza como lo fue en la etapa revolucionaria del siglo pasado, en la década de los 70; creo que a partir de este año la Universidad necesita impulsar y renovar el bachillerato, que vuelva por sus fueros y sea el pilar de esta casa de estudios. Si no apuesta por él, estamos perdiendo el tiempo y sobre todo seremos incapaces de sorprender ante las nuevas necesidades, pues la base es el bachillerato”.

 

Una escuela nueva

A finales de 1971, recuerda el académico, llegó a su casa la respuesta de la UNAM. “Estaba muy feliz, acababa de ingresar al plantel Oriente, pero casi me caigo de la silla, pues me preguntaba dónde estaba la escuela. Junto con un amigo fuimos en bicicleta hasta el lugar. La sorpresa fue mayúscula, no existía nada; era un terreno gigante al lado de una oficina de la Marina. Preguntamos a unos trabajadores y nos dijeron que se construiría ahí una escuela de la Universidad. Esa fue la primera de varias veces que fuimos. Apostábamos a que no iba a estar en menos de tres meses, pero vimos cómo se construía con una rapidez insólita”.

De manera que, para el 4 de abril de 1972, el CCH tenía 15 edificios, laboratorios y una biblioteca, “pero no había rejas alrededor, así que teníamos de invitados a unas vacas, pues era un terreno agrícola y de pastoreo; lo único que se veía a lo lejos eran los tiraderos de basura de Santa Cruz Meyehualco y el Peñón Viejo, el resto sólo eran hierbas, maizales y vacas. Éramos centenares de jóvenes y compartíamos no sólo la emoción de entrar, también sabíamos que estábamos en una escuela que nacía; lo recuerdo con mucho agrado”.

La sorpresa no terminaba, asegura el maestro en Sociología. “No me imaginaba que tendría como profesores a algunos antiguos presos políticos del movimiento del 68. Fue fantástico tener como maestra a Roberta Avendaño, “La Tita”, y a Antonio Pérez Sánchez, los dos representantes de la Facultad de Derecho ante el Consejo General de Huelga”.

Era un ambiente de jóvenes, tanto de alumnos como de profesores, por lo que la relación entre ellos era de mucha energía y vitalidad. “El entonces rector Pablo González Casanova y demás universitarios, que crearon el proyecto educativo, nunca se imaginaron este escenario: integrantes del movimiento estudiantil y jóvenes que estábamos viviendo una de las etapas más interesantes a nivel social y política de la vida nacional, donde la participación era fundamental. Fácilmente nos identificábamos por ser observadores y participativos, y aunado al sentido de la crítica, el sentido de aprender y sobre todo de amar el conocimiento de parte de los profesores, se fortaleció la búsqueda de aprender y conocer”.

Aun cuando su idea inicial era estudiar Derecho, el CCH le demostró “la radicalidad del pensamiento sociológico”. Gracias a la materia de Ciencias de la Comunicación, que impartía el maestro Guillermo Tenorio, decidió cambiar a sociología. “Consideraba, y sigo considerando, que es la mejor disciplina para entender el análisis social y político de varios procesos del país. El Colegio me ayudó a observar y abrir mejor los ojos ante los procesos sociales”.

En este sentido, hace un llamado al estudiantado que hoy da vida al CCH, a que tengan como objetivo primordial aquello que es el sentido de la Universidad: aprender para explicar mejor la realidad social. “Los estudiantes deben aprovechar, hoy existe una coyuntura política que les favorece, sobre todo para involucrarse en las problemáticas de nuestro país. Debemos tener ojos observadores desde estos niveles de bachillerato; conocer la realidad, criticarla, y sobre todo transformarla”.

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