Ellas son mujeres de su tiempo, cuando la Iglesia dominaba la vida íntima

Arredondo, Dueñas y Dávila

Ellas son mujeres de su tiempo, cuando la Iglesia dominaba la vida íntima

Arredondo, Dueñas y Dávila
Ellas son mujeres de su tiempo, cuando la Iglesia dominaba la vida íntima

Inés Arredondo, Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas son escritoras mexicanas de la misma estirpe. Cada una, a su manera, encuentra en la cotidianidad un rasgo siniestro que lleva sus tramas de lo sublime a lo ominoso.

Su literatura habita los huecos del cuerpo con personajes rotos, perdidos y sufrientes, que viven asfixiados por los designios de un Dios malvado con disfraz de monja o padre amoroso.

En sus narraciones revelan a un yo escindido y devoto. Las tres mujeres, en diferentes momentos de su vida, estuvieron solas y prácticamente encerradas en su casa. Tal vez estaban envueltas por un cálido dolor que se ve en sus creaciones.

Inés Arredondo escribe bajo la impronta católica, la seguridad filosófica y la lectura ferviente de los clásicos antiguos y modernos; sus personajes transitan una senda de misterios.

En ese sentido, el cuento más famoso de la sinaloense quizá sea “Mariana”; en él una jovencita es arrastrada a una relación sadomasoquista y hay un sacrificio.

Es en “La señal” donde Arredondo crea un universo religioso atemporal: Pedro camina bajo el sol de las tres de la tarde y entra a la iglesia, allí se siente fresco y cómodo. Pronto, un hombre le dice que “tiene” que besarle los pies.

Pedro siente asco, además ver al otro arrodillado lo humilla. Y sólo por unos instantes, durante el beso, que acepta. Después de la impronta del beso Pedro “había dejado de ser un hombre y era la imagen de algo más sagrado”.

Es la náusea combinada con el amor a Cristo lo que produce una especie de enigma. La humillación del otro produce un estigma.

Amparo Dávila, por su parte, hace del sufrimiento una estética. El cuento que podría considerarse su manifiesto del dolor es “Fragmento de un diario”: un hombre se declara como un maestro del dolor y tira su cuerpo en la escalera, representa ante todo su dolor que puede manejar del grado uno al diez y viceversa.

Menuda habilidad que, por desgracia, abunda. Aunque el cuento tiene una serie de clichés respecto al amor, es posible rescatar un humor negro muy bien trabajado.

En el padecimiento amoroso está también presente en “Griselda”, una mujer que, como Edipo, se arranca los ojos al enterarse que su marido ha muerto.

El relato sucede en una atmósfera asfixiante de alucinación, los ojos de Griselda se multiplican en la noche como un eco de miradas.

Dávila es una autora que gusta a los más jóvenes, por su inclinación a lo oscuro, a lo nauseabundo y lo monstruoso. Somos los huéspedes de un mundo de pesadilla.

Varios de los relatos escritos por Guadalupe Dueñas podrían figurar en antologías de cuentos hispanoamericanos.

Igual que a Fernando Pessoa, no se le conoció ninguna relación amorosa que concretara los apetitos del cuerpo. La suya es una literatura del misterio.

Mucho se ha hablado acerca del relato “Historia de Mariquita”, en él leemos cómo la primera hija de la familia Dueñas es guardada, ya muerta, en un frasco de chiles por años. “Al roce de la sombra” es también de los más comentados.

Sin embargo, en “La hora desteñida”, Dueñas hace un juego audaz con el tiempo y el espacio, pareciera que la protagonista puede atravesar las épocas y las cosas.

Es un cuento de escritura fragmentada de ambiente fantasioso y lubricidad culpígena los: “Perros de rostro humano multiplicaban diminutos mordiscos y la herían con agrio manoteo; después eran más altos y su aceitosa bestialidad entre los muslos la hacían tambalearse”.

El texto crece al punto de que la mujer abre una puerta y se ve a ella misma de niña.

La escritura más ambigua es la de Guadalupe Dueñas, es también la más oscura y abstracta.

Los cuentos de Amparo Dávila son sufrimiento; amores desdichados y mucha soledad.

La literatura de Inés Arredondo representa una vida de convento que favorece los apetitos por la carne.

Las tres son mujeres de su tiempo donde la Iglesia tenía dominio sobre la vida íntima, lo podemos ver en sus cuentos para bien y para mal. Dueñas, Dávila y Arredondo parecen ecos de una misma voz.

Con el tiempo me ha quedado claro que la más compleja de todas es Arredondo, fue una mujer que, si bien, no logró salir de muchos de los “deberes” femeninos, o de los roles, sí cuestionó en sus cuentos a nivel moral y ético la condición de la mujer, los dilemas en que muchas se encontraban.

La tristeza siempre me invade cuando la imagino muriendo sola, alcohólica y tomando todo tipo de pastillas.

Es, sin duda, un síntoma de una época con muchos claroscuros para las mujeres, pero también esto puede convertirse en los cimientos de mujeres escritoras más libres e imaginativas.

 

Arredondo, I. (2011). Cuentos completos. Fondo de Cultura Económica.

Dávila, A. (2011). Cuentos reunidos. Fondo de Cultura Económica.

Dueñas, G. (2017). Obras completas. Fondo de Cultura Económica.

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