Es fácil imaginar un futuro donde se ha alcanzado la paz, hay estabilidad económica, se ha reducido o erradicado la desigualdad y las grandes tecnologías hacen nuestra vida más sencilla. Sin embargo, es más fácil imaginar lo distópico, más guerras interminables, un planeta en decadencia, una sociedad hundida en la miseria.
Esa visión realista la imaginó el mismo Alfonso Cuarón con Niños del hombre, una película donde el mundo ha perecido, pocos países resisten y, por causas misteriosas, hay un problema de infertilidad, ya que han pasado 18 años sin un nacimiento.
En el filme, Theo (Clive Owen) es contactado por Julian (Julianne Moore), la líder de un movimiento social que lucha por abrir las fronteras de Reino Unido a los migrantes y refugiarlos en su país.
En este reencuentro, Theo es encomendado a cuidar y llevar a Kee (Clare-Hope Ashitey) con el Proyecto Humano, una asociación que la puede cuidar y darle seguridad, pues es una migrante embarazada, lo que además la convierte en la candidata perfecta para que el proyecto logre curar la infertilidad.
En este contexto existe una trama profunda que se compromete con preguntas existenciales, debates políticos, filosóficos y hasta ideas religiosas.
Esta complejidad nace del realismo con el que está escrita la historia; quizá el eje central, la infertilidad de la humanidad, es el punto más fantasioso de esta sociedad futurista, pero es necesario para abrir la puerta a todos los subtextos.
Por otro lado, la trama política expone la violencia contra los refugiados, un movimiento social que mira por sus intereses o lo que considera “intereses mayores” y la élite del mundo asesinando directamente a las personas que sólo buscan refugio.
Hay mucho que se puede conocer e interpretar sobre la política internacional tan sólo prestando atención a algunos detalles y, por lo tanto, hay numerosas posibilidades de entender la sociedad en decadencia que Cuarón quiso explorar.
Sin embargo, todas estas tramas, vertientes y caras culminan en una secuencia final situada en medio de la guerra.
Una escena tan ejemplarmente filmada retrata la crueldad, la violencia y el odio que puede generar una sociedad rota. Es inevitable no estar al borde de las lágrimas viendo cómo en un mundo donde ya no hay más nacimientos, los soldados apuntan sus armas unos a otros.
Por eso, cuando Kee aparece frente a ellos, toma una postura mesiánica. Por un momento, todos recuerdan el valor de la vida, se cuestionan y reflexionan a dónde llegarán con toda la violencia, lo que han dejado atrás y lo que perderán después de matarse unos a otros. Dudas y sugerencias a: luis@cchfilmfest.com
El dato
En el guion, la película está acreditada a cinco escritores, incluyendo a Alfonso Cuarón y aportaciones de Clive Owen.
Está basada en la novela homónima de P. D. James, de 1992.