Naturaleza humana en la narrativa

Paul Ricoeur y La epopeya de Gilgamesh

Relata la sinuosa ruta a la sabiduría

Paul Ricoeur y La epopeya de Gilgamesh
Relata la sinuosa ruta a la sabiduría

Como parte de la Jornada de Filosofía Práctica que se realizó en el Colegio, la maestra Gema Góngora Jaramillo ofreció la conferencia magistral “Filosofía y narrativa”, en la que dio cuenta de cómo se construyó el proyecto de la Hermenéutica simbólica de Paul Ricoeur, quien en el contexto de la posguerra francesa, se adentra en el estudio del mal, visto desde la condición humana.

En su exposición, la docente, investigadora y filósofa recordó que Ricoeur fue capturado por los alemanes a finales de los años 30 y pasó cinco años en los campos de concentración nazi, y que, tras su liberación, se dedicó a estudiar el mal como un problema filosófico.

Después del Holocausto, al abrirse los campos de concentración y quedar al descubierto lo que allí había sucedido, comenzaron a surgir una serie de teorías sobre el origen del mal y una de las más populares fue la del mal absoluto, en la que se creía que era algo ajeno al ser humano.

Sin embargo, Ricoeur emprendió una especie de viaje para estudiar el concepto no desde su presente sino desde sus raíces más hondas, para lo cual la fenomenología le resultaba insuficiente, surgiendo así las bases de su hermenéutica simbólica, que lo llevó a seguir la ruta del rito, el símbolo, el mito y el lenguaje poético.

Según su trabajo, expuso, el origen del mal está anclado en lo más profundo del ser humano y se hace visible en el momento en el que adquiere conciencia moral de sus acciones, cuando es capaz de distinguir el bien y el mal.

 

Matriz del pensamiento

Para ejemplificar lo anterior, la también secretaria de Programas Institucionales del CCH se refirió a La epopeya de Gilgamesh, a la que, dijo, se podría considerar la más antigua obra literaria que se conozca, pues fue escrita en tablillas más de mil años antes que La ilíada y La odisea, y que incluso la misma Biblia.

Para Góngora, el segundo texto religioso más antiguo después de jeroglíficos funerarios de las pirámides del antiguo Egipto es un relato muy especial, la matriz del pensamiento humano en varios sentidos; un regalo de la cultura sumeria, una sociedad muy avanzada que practicó  el arte y contaba con una gran biblioteca de los pueblos de Oriente.

Luego compartió una síntesis de la historia, que incluyó la lectura de algunos fragmentos claves para mostrar que, pese a su carácter semidivino, Gilgamesh de Uruk no gozaba de la inmortalidad, de lo cual es consciente cuando muere su amigo Enkidu, y al adquirir conciencia de su finitud, es decir, de que va a morir, entiende también de lo infinito que puede ser si trasciende su pensamiento, lo cual lo envuelve en una obsesiva búsqueda de la inmortalidad.

El relato, advierten los estudiosos, revela hasta dónde podemos llegar como seres humanos y dónde están nuestros límites, nuestros mayores temores y nuestros más anhelados deseos.

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