En el Libro VIII de su Política, Aristóteles plantea provocadoras y temerarias ideas sobre la música. Es de nuestro interés analizarlas y sopesarlas desde el contexto de nuestra actualidad.
Dicho apartado de la Política tiene como objetivo dilucidar cuáles son las disciplinas que deben estudiar los hijos de los hombres libres para formarse de acuerdo con los intereses y los valores de su clase social, es decir, la aristocracia.
¿Qué necesitan aprender estos niños y estos jóvenes de las clases altas de las ciudades-Estado griegas para continuar el dominio de la aristocracia sobre las mujeres, los esclavos y los trabajadores?
Al comienzo del Libro, Aristóteles propone cuatro asignaturas, conocidas como las ciencias “liberales” (es decir, de y para los hombres libres): la lectura y la escritura, el dibujo, la gimnasia y la música.
Respecto a las primeras dos, el filósofo piensa que su justificación radica en la utilidad que le reportan al niño y joven aristócrata: la administración de futuras empresas y negocios, el control sobre las finanzas domésticas, el análisis de mercancías para saber si se deben comprar o no (dibujo).
En el caso de la gimnasia, Aristóteles piensa que su pertinencia es doble: la salud que promueve y la hombría que, según él, construye (belleza y valentía).
El problema aparece cuando el filósofo de Estagira propone a la música como una disciplina liberal: ¿aporta la música alguna utilidad? ¿Promueve la salud? ¿Desarrolla la hombría? No. ¿Entonces? ¿Les permite a los hombres libres distinguirse de y dominar mejor a las mujeres, los trabajadores y los esclavos? Sí.
Es importante decir que en los griegos las prácticas musicales están profundamente atravesado por la lucha de las clases sociales. En esta lucha, Aristóteles está situado en el lado de la clase dominante.
El fenómeno musical, en términos muy generales, está dividido en dos partes: los ejecutantes y los escuchas. Los ejecutantes son los trabajadores musicales, son aquellos que usan su cuerpo, eminentemente sus manos, para producir música.
Los escuchas son aquellos que cuando la música se produce no trabajan, es decir, no están cansados ni agotados. Se relacionarán con la música utilizando su oído y su intelecto (su cuerpo menos corpóreo).
En el marco de esta grave distinción, Aristóteles planteará esta terrible e inaceptable afirmación: el placer musical sólo será posible para los escuchas, pues el agotamiento de los ejecutantes adormece su mente y, con ello, las posibilidades de vivir una experiencia estética con la música.
En otras palabras, el estagirita le quita a los trabajadores musicales la posibilidad de experimentar placer, a causa de su alienación. El placer será de los nobles.
Pero, ¿es esto cierto? ¿No tendrá la historia de la música ejemplos de trabajadores musicales que, más que generar un placer estético en sus escuchas, lo comparten o lo cogeneran con ellos? ¿Qué es si no un concierto? ¿Aceptamos que la fatiga nos roba toda posibilidad de placer? ¿No más bien nos acerca a él de otro modo?
¿No será más bien que la música de los trabajadores, esclavos y mujeres no es reconocida por Aristóteles como una música artística y educativa, en el sentido de que no puede generar placer estético por estar producida por personas poco valiosas para la aristocracia de su época?
¿Cómo explicar desde estas ideas que la música ha sido un elemento movilizador y de conciencia de clase para trabajadores desposeídos, vejados y abusados?
Hay varias maneras de hacerle frente al planteamiento del filósofo. La mejor, me parece, es discutir la noción de placer y de felicidad, descolocar al placer de la clase dominante y abrirlo a todo el campo social.
*Profesor de Filosofía del plantel Naucalpan.