Es difícil encontrar a un escritor que trabaje el lenguaje como el argentino Antonio di Benedetto (1922-1986). En Zama (1956), su obra más famosa, asistimos al descubrimiento de mundos variados a través de la mirada de don Diego de Zama.
Extraño héroe es don Diego, que de asistente letrado del gobernador no ha cobrado nada y vive como un mendigo, mientras cuenta el dinero que le debe el rey por sus servicios en la colonia americana.
La novela está escrita con ligeras aliteraciones, anáforas de sonidos suaves y dinámicos; también vemos constantemente rompimientos del lenguaje.
Di Benedetto posee una de las prosas más logradas y sutiles de la literatura latinoamericana y quizá inventó el nouveau roman antes que Alain Robbe-Grillet.
A mí, que soy una lectora nueva de este extraño genio, me entristece su escaso éxito, ya que está a la altura de Sartre o Camus. Sin embargo, me alegra descubrir a un autor que muchos antes que yo leyeron. Llegó a México por los años ochenta del siglo XX.
Me identifico con el chiquillo aquel que aparece en Zama, el hijo mugroso de don Diego con una mujer a la que ultrajó.
Me vi como mamá del muchachito en una casa maltrecha, corriendo al padre de su hijo: por dinero, por falta de amor. Sin identificación con el otro no hay nada; ésa es una idea del amor que aún hoy está en transformación.
Don Diego de Zama es un hombre que quiere atrapar al sinvergüenza de su yo. Como un personaje nihilista, está perdido en la maraña de su yo apretujado. Parece un ser de otro planeta en un nuevo mundo por conquistar donde es un mendigo.
Los valores de su época le son muy claros, aunque, en cierto momento de la novela, comienza a no creerlos del todo.
La realidad no tiene vuelta para atrás, en su profunda ambigüedad y subjetividad: Zama es un animalito tratando de sobrevivirse, porque todo lo que cree de la sociedad se trastoca en las nuevas colonias, para empezar su rey no es todo poderoso.
Es ya común, para mucha de la buena literatura, pasar desapercibida para las masas; pero no se inquieten, es casi un buen augurio el suceso aseguró el poeta T. S. Eliot.
En mayor medida, si pensamos que Zama es una literatura del yo, aunque paradójicamente se aleja de su autor. Estamos ante una reconstrucción epistemológica de una época anterior al propio Antonio di Benedetto.
El personaje parece tener vida propia, en otro lugar y en otro tiempo. Antonio di Benedetto es un hombre completamente fuera de serie, hay que tenerlo claro.
Si no fue parte del supuesto boom latinoamericano es porque su literatura es de difícil acceso, pero una vez adentro, sube la marea del cuerpo.
Hay sensualidad, sí. El sexo es rápido, efectivo, oscuro. Es una cacería ancestral. Don Diego penetra en el nuevo mundo de forma salvaje y se asombra, y se acongoja, aunque siempre huye, se retrae hacia él mismo.
El juego de las apariencias resulta hilarante en la novela, pensemos en un hombre que no tiene absolutamente nada de dinero, pero tiene un cargo muy importante y una familia a la cual mantener en otro lugar.
Me gustaría decir que soñé con el protagonista de Zama, pero la realidad es que lo vi fresco y lúcido en una entrevista y me sonrojó.
Hay mucho que se me escapa decir de Antonio di Benedetto, su relación literaria con Dostoievski, por ejemplo; sus familiares suicidas y su mirada de sospecha. Su forma de manejar el lenguaje es la de un poeta, frases cortas, efectivas, sintéticas. La suya es una narración de la acción.
Zama es un objeto de la naturaleza, es una criatura múltiple que apenas puede verse a sí misma; los otros son sólo sus suposiciones. Sabemos que di Benedetto y Robbe-Grillet se entrevistaron, ¿quién habrá sido el pionero del nouveau roman?
Referencia:
Benedetto, A. D. (2022). Zama. Adriana Hidalgo, editora.