interculturalidad

Combate los discursos de odio: César Andrés Núñez

Puede aportar mucho en la construcción de sociedades más justas

Combate los discursos de odio: César Andrés Núñez
Puede aportar mucho en la construcción de sociedades más justas

La lectura y la interculturalidad pueden aportar mucho al proceso de construcción de sociedades más justas y de ciudadanías tolerantes, consideró César Andrés Núñez, doctor en Literatura Hispánica, quien actualmente dirige la revista Signos Literarios.

Para Núñez, quien será ponente magistral en el Congreso Nacional de Lectura e Interculturalidad que organiza la UNAM, a través del Colegio de Ciencias y Humanidades, “atender a la lectura y la interculturalidad es fundamental si queremos vivir en sociedades donde la convivencia sea posible”.

Sobre todo, expuso, en un contexto mundial marcado por el doble filo de la tecnología: posibilidades inauditas para quienes acceden al consumo, exclusión radical para quienes quedan fuera del mercado; con más de siete millones de muertos por la pandemia de Covid-19; una economía “agudizada por el estallido de una guerra” y el aumento de la intolerancia y discriminación.

Para el autor de Una patria allá lejos, en el pasado y Zoolgorio, la lectura “es una tecnología de acceso a los bienes simbólicos”, por lo que difundirla es “contribuir a la redistribución de la riqueza simbólica”. También, “se convierte en una herramienta con la cual frenar los intentos de pauperizar las instituciones educativas públicas latinoamericanas”.

Éstas fueron centros de prestigio internacional gracias a la formación de profesionales no sólo de alta calidad en sus especialidades, sino de enorme capacidad para pensar el vínculo de su trabajo con la sociedad, abundó.

El académico de la UAM-Iztapalapa explicó que otros beneficios de la lectura son: que permite “pensar las relaciones culturales”; realiza un doble movimiento, porque “amplía nuestro imaginario, permitiéndonos conocer formas distintas de enfrentar problemas (sean problemas semejantes o distintos a los nuestros), y con ello nuestra capacidad de imaginar posibilidades diversas y, así, desnaturalizando un estado de cosas determinado”.

Además, en la medida en que nos hace entablar un diálogo con el “otro”, convierte al prójimo en prójimo y, por ello, abre el espacio para combatir los discursos de odio que campean en la actualidad.

En ese sentido, la escuela y la función del docente deben situarse, primero, en un ambiente donde ambos protagonistas, profesores y estudiantes, cuenten con condiciones adecuadas de trabajo. “El solo respeto por el prójimo puede promover el interés por sus maneras de considerar cualquier tema y el interés es ya el inicio del diálogo con lo diverso”, opinó.

A partir de lo anterior, “el docente puede construir dentro de su propio espacio un lugar de diálogo, de respeto, de consideración a lo ‘otro’ (…) Es construir un sitio donde lo que se propone puede convertirse en el inicio de un proyecto de sociedad”.

Se trata de un trabajo casi invisible y por eso tan poco valorado, es como hacer una estalactita. Nadie ve, nadie nota cada gota que se filtra, pero un día los minerales del agua la formaron y está allí, sólida y definida, puntualizó el académico. 

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