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Las ilusiones perdidas o la tentación del fracaso

Las ilusiones perdidas o la tentación del fracaso
Número de revista
4
Año de revista
2020
Área Temática
Latitudes CCH
Archivo de revista
latitudescch_4.pdf (22.96 MB)
Descripción

Nada más agotador y difícil que pensar, cuando debería ser una función natural y placentera de la especie que ha hecho del pensamiento su mayor fortaleza. Pensar no sólo es una actividad tan indispensable como respirar, sino gratificante como el ejercicio físico para quienes conocen sus beneficios. Pensar es practicar lo que de más humano tiene nuestra especie y lo que la sitúa en un plano distinto a las demás.

¿Por qué entonces nos resulta difícil pensar? ¿Por qué nos cuesta trabajo hacerlo de manera coherente, sistematizada y organizada? ¿Por qué pocos individuos piensan a la hora de tomar decisiones importantes, resolver problemas o responder de forma creativa a ciertas circunstancias?

La respuesta es simple: porque no aprendemos a pensar. Nadie nos enseña a hacerlo y debemos conformamos con el pensamiento inmediato, difuso, limitado y disperso que casi todos practicamos a diario, y que consideramos la única manera de hacerlo. Pensar no sólo es complicado sino que nos provoca temor.

Tenemos miedo a pensar porque solemos hacer una asociación de ideas incorrectas: pensar y no dar una respuesta correcta es cometer un error; al error se le teme porque nos pone en ridículo y en algunos lugares es castigado, como en la escuela, donde se otorga una baja calificación a quien se equivoca; también en la vida diaria el error es asociado al fracaso, y nadie desea el fracaso. De ahí nuestro temor. Sin embargo, pocos reparan en el hecho de que el auténtico camino del aprendizaje es una sucesión de errores y por eso no debemos temer a pensar.

Uno de los principios fundamentales del modelo educativo del Colegio es “aprender a aprender”. Ahora, con las clases en línea, pocos pueden asegurar que el uso de Internet sustituyó eficazmente la presencia en el salón de clases: La atención para seguir las indicaciones; la concentración para realizar paso a paso el desarrollo de un proceso, y sobre todo la formación para lograr los objetivos de los programas de manera autónoma, evidencian que aprender a aprender deberá estimularse de manera presencial.

Aprender a aprender es sobre todo enseñar a pensar. No saber pensar es no saber aprender. Sin inculcar este principio los alumnos nunca serán conscientes del proceso que los lleva a adquirir nuevos conocimientos, no participarán activamente en tal proceso ni podrán relacionar e integrar los conocimientos o aplicarlos a su vida diaria. ¿Qué hemos hecho para enseñar a pensar de forma estructurada? En el campo del aprendizaje un pensamiento estructurado es saber lo que debemos aprender, cómo debemos hacerlo y en qué fase de ese proceso estamos.

Actualmente los conocimientos son sólo una pequeña porción dentro de los procesos de aprendizaje. Cualquiera los tiene al alcance de la mano si sabe ir a las fuentes, tomar notas, hacer resúmenes, expresarse de manera oral y escrita, y sobre todo si sabe relacionar los conocimientos para demostrar que los ha comprendido. Es decir, poner en práctica las habilidades del autoaprendizaje y facultades como la atención, la memoria  la concentración. Hoy más que nunca es necesario aprender a aprender.

Sabemos que para hacer realidad esta formación se requiere movilizar una serie de factores: desde equipar bien los planteles para el empleo de plataformas y otros recursos en línea, hasta adiestrar a los alumnos en el pensamiento reflexivo, que considera otros puntos de vista, escenarios alternativos y opciones más imaginativas; también enseñar a pensar de manera organizada, precisa y clara, y los profesores preocuparnos por dominar los recursos digitales para la enseñanza.

Como una manera de alentar el ejercicio del pensamiento, el Colegio convoca a escribir ensayos y edita publicaciones que recogen la reflexión de profesores y alumnos, tal es el renovado impulso que se hace de la colección Ensayos sobre Ciencias y Humanidades, de la cual se han publicado dos nuevos títulos que aquí comentamos y varios más están en preparación. Latitudes CCH se suma también a este propósito, divulgando en este número ensayos breves que proponen otra manera de mirar el mundo y sus problemas. Al igual contribuye la mirada del fotógrafo que ilustra nuestras páginas, Héctor García Cobo, cuyo trabajo se sitúa en las fronteras del oficio de reportero y el del creador plástico. No por nada sus fotografías le hicieron merecedor tres veces del Premio Nacional de Periodismo y una del Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Es un honor contar con su presencia en esta publicación, por lo cual agradecemos sinceramente a la Fundación Héctor y María García.

 

Dr. Benjamín Barajas Sánchez
Director General del Colegio de Ciencias y Humanidades