teatro

¿Cuántas veces no hemos escuchado la expresión “¡Qué dramático!”? ¿O la exclamación: “¡Ya vas a empezar con tus dramas!”? En estos contextos, la palabra drama significa: exagerado, berrinchudo, llorón, escandaloso, sufrido, etcétera; es decir, una serie de variaciones relacionadas con lo patético. Incluso, hemos visto que a ciertas películas se las cataloga en su sinopsis como drama, a veces, junto con otras acepciones de diversa índole.

Pese a toda la carga popular, la palabra “drama” se refiere a las obras teatrales, proviene del griego y significa “acción”. Aristóteles ya hace la distinción entre las obras épicas y las dramáticas. De estas últimas, se nos señala que en ellas se imita a la humanidad en acción. Esto, de entrada, conlleva entonces que cuando se habla de un texto dramático significa que estamos hablando de un texto que implica su representación escénica, y no, como pudiera pensarse, de un texto que es exagerado y con el que se va a llorar.

Los estudios teóricos posteriores —cimentados en las primeras observaciones de Aristóteles— han inferido que la acción dramática implica una serie de mecanismos esenciales: el carácter, el conflicto, la trama, la transformación, el tono, el ritmo, la emotividad... Aspectos que, en ocasiones, desde la perspectiva de los estudios del bachillerato, se dejan de lado, pues los planes de estudio se han centrado en las características externas del drama: el nombre de los personajes, el diálogo y las acotaciones.

El Programa de Fomento, Estudio y Difusión de Teatro para la comunidad del CCH ha impulsado los cursos El ABC de la dramaturgia: fundamentos para la escritura teatral y La composición del drama: herramientas para la escritura teatral, uno dirigido a los alumnos y otro a los profesores de todos planteles del Colegio. En estos cursos —que actualmente se encuentran corriendo a la par que el semestre— hemos querido profundizar en los aspectos internos del drama con el propósito de estudiar las bases elementales de la dramaturgia, de modo que los participantes puedan desarrollar sus propios textos dramáticos y, por añadidura, apreciar la actividad teatral desde la perspectiva del autor.

Además, se ha analizado la obra de autores paradigmáticos, como Arthur Miller (1915 - 2005), dramaturgo estadounidense que desde su obra All my sons (Todos eran mis hijos) despliega la maestría que más tarde desarrollaría en otros de sus dramas indispensables. Miller, desde la práctica, profundiza en la importancia del texto dramático, un elemento de la puesta en escena que encuentra finalidad en sí mismo, pues la lectura de un dramaturgo de esta magnitud implica la transformación del público desde su lectura. El drama, pues —lejos de lo que pudiera pensarse— se trata de la intensificación de la vida, para que, por una vez, podamos encontrar un sentido fundamental en ella.

Síguenos en Instagram: @isladeprospero y en nuestra página de Facebook: @teatro.isladeprospero

Compartir: