Convivencia

El trabajo personal se vuelve colectivo

Es crucial procurar una cultura de comprensión

El trabajo personal se vuelve colectivo
Es crucial procurar una cultura de comprensión

Ser social es parte constitutiva de nuestra humanidad, sin embargo, es una sociedad no predeterminada como la de los himenópteros.

Aunque nacemos como humanos, no lo hacemos de manera instintiva, adquirimos humanidad al relacionarnos con los demás.

La mejor evidencia está en el lenguaje. Tenemos la capacidad para desarrollar un lenguaje, pero esto se logra en colectivo.

El lenguaje, como medio fundamental de comunicación, desempeña un papel crucial para relacionarnos y comprendernos mutuamente.

El lenguaje hace que tengamos relación con el mundo, porque nos dirigimos a las cosas y lo aprendemos de quienes nos son comunes.

Si estuviéramos en total soledad, sin nadie con quien hablar, no tendría sentido siquiera tener un nombre.

La primera condición de sobrevivencia es la vida en común, pues ahí es donde nos hacemos personas.

Nuestro ser e identidad se construye en la relación que tenemos con los otros. Sin la influencia y el apoyo de otros seres humanos, nuestra capacidad para adquirir conocimientos, habilidades y valores fundamentales se vería severamente limitada.

El mito de Narciso, del que habló Gilles Lipovestky en su libro La era del vacío hace más de 20 años, refiere a un ser que cree hallar la felicidad en sí mismo y en el culto a la personalidad. Es un enamoramiento de la propia imagen y en la falsa idea de autosuficiencia.

No obstante, toda la cultura mediática refuerza esta idea en que el amor propio y el éxito personal son la base de la felicidad, fundamentadas en el consumo, el culto al cuerpo y al egoísmo.

La masificación de las relaciones virtuales, la difusión de patrones de conducta y el uso de la comunicación parecen no estar funcionando para lograr una convivencia plena.

Actualmente prevalece una cultura de la competencia y la autosuficiencia. El aislamiento tras la pandemia, el individualismo y la soledad han cobrado fuerza en nuestro día a día, reforzando esta idea del narciso moderno.

Por otro lado, las filosofías de vida de la antigüedad, por ejemplo, el estoicismo, se basan en la libertad interior, a partir del cuidado y observación de nuestros pensamientos y acciones.

En una interpretación reduccionista puede parecer que no importa lo que suceda con los demás o en el mundo; estar bien y procurar mi bienestar, es suficiente para alcanzar mi plenitud.

Si bien es cierto que se debe partir del bienestar como un compromiso consigo mismo, este no se reduce al individuo, sino que es el punto de partida.

No se trata de indiferencia o apatía con respecto a lo que ocurra en el mundo, si no a la facultad de ser capaces de qué podemos o no cambiar de nosotros y nuestro entorno.

Esto es muy claro en Aristóteles, quien señaló que para convivir se debe entender que el bien personal solo es posible en colaboración con los otros, pero además en el desarrollo de virtudes para llegar a ser buen ciudadano, pues solo procurando el bien social se puede alcanzar el buen vivir.

Piotr Kropotkin, pensador ruso, escribió El apoyo mutuo (s/f) a principios del siglo XX en respuesta a los postulados de la evolución, donde se hace hincapié en la competencia.

Este escritor anarquista señala que, si bien los especímenes buscan ser los mejores entre los de su misma especie, la lucha por la supervivencia no es entre su propia especie sino para superar entornos hostiles, para lo cual la solidaridad y la cooperación son fundamentales para superar las dificultades colectivas.

Cuando a la antropóloga Margaret Mead (1901-1978) le preguntaron cuál había sido el primer signo de civilización, señaló que fue un fémur de alguien que se fracturó y luego fue sanado, lo cual evidencia que alguien más debió ayudar y cuidar a que sanara.

Tener una pierna rota imposibilita procurarse comida o capacidad de huir del peligro, siendo presa fácil de las bestias. Ningún animal con una extremidad inferior rota sobrevive el tiempo suficiente para que el hueso sane por sí sólo.

En La Edad de la empatía (2009), Frans de Waal plantea que somos altruistas por naturaleza.

Al hacer estudios con primates da cuenta que entre los animales y de manera más evidente en chimpancés predomina la consideración con los demás, la cooperación y la resolución equitativa.

En un mundo cada vez más interconectado y diverso, es crucial procurar una cultura de comprensión, tolerancia y apoyo mutuo.

Quizá si el bienestar se alcanza en colectivo sea pertinente pensar y sobre todo aprender a convivir.

Quizá convendría imaginar qué mundo construimos cuando lo cimentamos en la idea de competencia y cómo puede ser un mundo donde la cooperación y el apoyo mutuo son la base de la convivencia.

* Profesora del plantel Azcapotzalco.

 

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