Eduardo Sacheri escribe sobre los inicios del conflicto armado

Nosotros dos en la tormenta

Eduardo Sacheri escribe sobre los inicios del conflicto armado

Nosotros dos en la tormenta
Eduardo Sacheri escribe sobre los inicios del conflicto armado

Nosotros dos en la tormenta, la nueva novela del argentino Eduardo Sacheri, es una ficción a cerca de la guerrilla en la Argentina. Aunque ubicada en el año de 1975, justo uno antes de la dictadura militar en el país sudamericano, en esta obra se pone de manifiesto el proceso de militarización de Jorge Videla, en el que la nación entró en el caos político.

La historia cuenta la vida de dos jóvenes, Alejandro y el Cabezón, pertenecientes a diferentes facciones de la guerrilla del país, el primero al Ejército Revolucionario del Pueblo, mientras que el segundo a los Montoneros. Los adolescentes buscan cualquier intersticio de tiempos para reunirse y platicar, pues cada una de las células a las que pertenecen son antagonistas.

La historia, que se halla a medio caballo entre la ficción y la realidad, es un entramado de la política del país, la amistad en una primera etapa de vida y la relación que hay entre los padres de sendos jóvenes y la del propio autor, quien cuenta que si una escena lo marcó en su vida fue la de ver a su padre derrumbarse después de recibir una llamada, viñeta que retratará en la novela.

Nosotros dos en la tormenta, como lo advierte su título, es, a su manera, un yo plural, pues a pesar de ser relatada mediante un narrador en tercera persona, se escucha a lo largo de la obra un coro de voces que vinculan la realidad argentina a esa ficción que el autor va cosiendo capítulo a capítulo.

Por otro lado, el autor deja claro un hecho fundacional para la posterior ascensión de la dictadura: la violencia como uso cotidiano entre el pueblo argentino. Las guerrillas, uno de los brazos de la naciente y trepidante izquierda de América Latina, se convirtió en unas de las posibilidades a las que aspiraron los núcleos políticos que comenzaban a nacer.

En este periodo en que la Revolución cubana ya había dejado una estela muy fuerte de lo que la izquierda podría lograr, en los demás países de la región comenzó a hacer eco el hecho de que la batalla armada era una fuente de posibilidades para aspirar a la igualdad de derechos y posibilidades.

Sí, no cabe duda de que lo que cuenta Sacheri es turbulento, pues una de las escenas es ver a padres negociando por sus hijos con integrantes de las guerrillas, quienes pedían rescate, pero, en ese vínculo paterno que establece el autor, nos pide, como lectores, comprender que de un lado y de otro existía la paternidad quebrada, pero siempre fiel e inmarcesible.

Narrada con solvencia de recursos, sin caer en lugares comunes ni apelar a los poético, la prosa de Sacheri nos invita más a la crónica, al relato policiaco, a la aventura de la novela negra, pero con los destellos de la política dura, del crimen a punta de pistola, de la camaradería perene.

Hay, por otra parte, en su prosa un registro cinematográfico, no cabe duda. Nosotros dos en la tormenta recuerda, a su manera, con sus propias indagaciones e intenciones, a los filmes Argentina, 1985, año representativo por el proceso contra militares, y El secreto de tus ojos, que se desarrolla durante este periodo de pre y dictadura de 1976 en aquel país.

Puedo afirmar que este libro es una muestra, acaso una respuesta del autor ante un periodo que para él representó una identidad, la suya, y la de una nación que iba y venía entre democracia y dictaduras.

Para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades leer esta novela permitirá que expandan su conocimiento sobre los procesos políticos en nuestra región, entender la formación de una Junta Militar en un país de Latinoamérica les dará pistas de cómo se van gestando las formas de represión en la mayoría de las naciones.

Con esta novela, Eduardo Sacheri conjunta dos de sus mayores aprendizajes: el histórico y el literario. Sin duda, esta novela compone un musculoso compendio de obras sobre dictaduras, como La fiesta del chivo, Cien años de soledad o Yo, el supremo, por mencionar algunas.

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