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Las mate y la docencia son su vida

Comparte sus vivencias en el CCH, donde quiere seguir

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Entre los docentes comprometidos con los alumnos en la enseñanza de las matemáticas destaca Alfredo Paulín Zamora. El maestro compartió parte de sus experiencias a lo largo de 30 años en el plantel Naucalpan:

 “Cuando llegué me dieron grupos de recursamiento faltando un mes para terminar el semestre, los tomé y los saqué adelante”. La idea, agregó, no era quedarse mucho tiempo; sin embargo, poco a poco se enamoró del plantel y de sus alumnos.

Paulín Zamora estudió Ingeniería Mecánica y Eléctrica en el IPN, es pasante de la Maestría en Educación Matemática por la FES Acatlán y actualmente Profesor de Carrera Titular C.

Opina que cada generación es distinta, pero en los primeros años del Colegio los estudiantes ponían más empeño, en particular los del turno vespertino. “Era gente que trabajaba por necesidad y estudiaba, pero todos querían salir adelante”.

Si no diera mate…

Como todo matemático, Paulín Zamora está acostumbrado al rechazo de las matemáticas. “Usted me caería mejor si no diera mate”, le dijo un alumno, pero para él se trata de una cuestión cultural. Lo importante, dijo, es que quien imparta la materia la conozca bien para no enseñar errores, pues el alumnado podría optar por otras carreras o desertar de alguna ingeniería o actuaría.

De su trato con los alumnos dijo recordar las muestras de agradecimiento, principalmente al finalizar un curso o cuando exalumnos de facultad regresan a saludarlo, porque:

“Ahí es donde refuerzo mi convicción de que nací para ser profesor y así me mantendré mientras la salud me lo permita. Considero que los momentos más maravillosos que he pasado han sido impartiendo clases. Para mí el estar dentro de un aula conviviendo con mis alumnos y compartiéndoles mis conocimientos ha sido mi vida y no lo cambiaría por nada”.

La nueva realidad

Según Paulín Zamora, aún falta tiempo para adaptarse a la enseñanza-aprendizaje en línea. Pero por ahora no tiene previsto jubilarse: “Dejar de dar clases nos quita una gran parte de la existencia. Si ya no tienes paciencia con los alumnos o ya no hay ‘clic’ es tiempo de retirarse”, finalizó. 

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