El teatro independiente

Dilema tras el telón

Enfrenta muchos obstáculos, el más grande es la falta de público

Dilema tras el telón
Enfrenta muchos obstáculos, el más grande es la falta de público

Por lo general se cree que existe el teatro comercial y el teatro de arte. El primero, como su nombre lo indica, busca comerciar con el producto teatral para generar ganancias. El segundo no está preocupado por cuánto va a recabar económicamente, sino por el discurso que está proponiendo.

Sin embargo, estas clasificaciones pueden ser engañosas, pues el teatro comercial no siempre genera ganancias y, en la práctica, aunque el teatro no busque ser comercial, ésta no es una condicionante para que se le catalogue como arte.

Muchos artistas escénicos no buscan -o no están en posibilidades- de hacer teatro comercial. Lo primero porque en ocasiones su discurso no se alinea con el de las masas que podrían abarrotar funciones para que la inversión rindiera frutos.

Por otro lado, también es posible que el factor de no contar con los recursos para producir limite las posibilidades de comercialización de una producción teatral y, en consecuencia, no pueda ser redituable en términos económicos.

Cuando los artistas se encuentran en esta posición realizan producciones que suelen llevar la etiqueta de Teatro independiente. Éste podría definirse como el teatro que un grupo de individuos desarrolla con la idea de hacer un producto artístico que podría o no dejar un recurso económico.

Estos grupos de teatro independiente cuentan por lo general con los recursos humanos y económicos para producir obras de pequeño o mediano formato. Sin embargo, como es de suponerse, les resulta muy complicado contar con un espacio propio para desarrollar los trabajos que presentan.

Así, el teatro independiente siempre debe estar en búsqueda de patrocinios que les permitan, al menos, contar con un espacio para presentarse. Ahí es cuando las productoras teatrales independientes se ven en la disyuntiva de pagar la renta de espacios en los que muy difícilmente lograrán la recuperación de ésta por medio de la taquilla.

Con este esquema resulta prácticamente impensable que logren alguna ganancia para la propia compañía de intérpretes, diseñadores y productores.

Otro camino por el que pueden optar las pequeñas compañías de teatro es el de acercarse a instituciones públicas que les abran las puertas para presentar sus trabajos en teatros que, al estar ya subvencionados por el Estado, no cobran renta.

En nuestro país este es el caso de los teatros de nuestra UNAM y los que se encuentran en otras universidades públicas, los del Instituto Mexicano del Seguro Social y los que dependen de la Secretaría de Cultura.

Cuando las compañías de teatro buscan esta opción, enfrentan un nuevo reto. Por un lado, los teatros que realmente no se utilizan (los del IMSS, por mencionar algunos) no cuentan con un público cautivo y, en consecuencia, el público no va a ver las producciones que ahí se presentan, por más que éstas sean de excelente calidad.

Por otro lado, aquellos teatros que sí gozan de tener un público asiduo a sus espectáculos suelen ser muy solicitados por los artistas y, en consecuencia, suelen tener una demanda altísima, por lo que lograr temporadas en estos espacios resulta también muy complicado.

Un factor que también inhibe la relación entre el teatro independiente y el institucional es que, las instituciones suelen tener lineamientos para la programación de espectáculos en sus recintos. Estos giran en torno a la temática, aunque en ocasiones también a la técnica o a la búsqueda artística.

Por esto mismo, muchas veces las compañías de teatro independiente no pueden presentar sus proyectos en estos espacios. Esto no significa que aquello que hagan o proponen no sea de buena calidad, sino que no se relaciona con la propuesta de teatro de la institución en la que quisieran presentarse.

El teatro independiente en México enfrenta muchos obstáculos, pero quizá el más grande sea la falta de público. Los espectáculos que se hacen a través del sacrificio personal para producirse no se pueden dar el lujo de invertir en publicidad y la falta de asistentes genera frustración, pero también imposibilita el crecimiento de las compañías.

Por eso es que vale la pena que como sociedad nos acerquemos a las producciones de teatro independiente, las cobijemos y que, a través de nuestro cobijo e interés, permitamos que se desarrollen como productos culturales independientes de los dictámenes institucionales o de la condicionante económica.

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