Antonio de Zamora (1660-1728) fue un dramaturgo posbarroco, situado entre los siglos XVII y XVIII, época en la que se acentúa la crisis del imperio español y también se intensifica el declive de la literatura de los Siglos de Oro, que lentamente
se aleja del estilo renacentista para encontrar acomodo en el neoclasicismo de influencia francesa.

Antonio de Zamora fue partidario del teatro de Molière, por la comicidad y el dibujo ligero de sus personajes; de Pedro Calderón de la Barca, en la deriva religiosa de los autos sacramentales; de Lope de Vega y, sobre todo, de Tirso
de Molina, de quien retomó el mito de don Juan Tenorio, para dar vida a su drama No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.

Obra que subraya el conflicto entre los personajes y los enredos propios de la comedia, según los gustos de la época. La complicación de la trama mantiene la expectación del público y, a la vez, los personajes pueden mostrar sus aspiraciones, deseos y frustraciones.