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Mi casa desde hace 50 años: María Elena Juárez Sánchez

La académica y funcionaria ha dedicado sus esfuerzos a la juventud cecehachera

Mi casa desde hace 50 años: María Elena Juárez Sánchez
La académica y funcionaria ha dedicado sus esfuerzos a la juventud cecehachera

“Llegar a la Universidad fue un gran logro; como institución me ha dado muchas cosas, lo que sé y lo que soy me lo ha dado la UNAM, y dentro de ella está el Colegio de Ciencias y Humanidades, que es mi casa, donde he crecido como persona e intelectualmente”, así lo afirmó María Elena Juárez Sánchez, académica y funcionaria, quien cumplirá cinco décadas de labor ininterrumpida en el CCH.

Aquel otoño de 1975, el CCH, plantel Sur, le daba la bienvenida. El ímpetu de contagiar a otros su amor hacia las letras tenía un nuevo cauce, los jóvenes, y no tan jóvenes que caracterizaban a este modelo educativo con tan solo unos años de vida.

 

Docencia

La idea de ser maestra lo supo desde su niñez. Cuando culminó sus estudios de licenciatura, empezó la búsqueda de trabajo. El comentario oportuno de una profesora la llevó al plantel Sur; una investigación sobre la poesía de Miguel Hernández, un examen de conocimientos y el desarrollo de un tema, le abrieron las puertas a la docencia. 

En el CCH encontró un ambiente diferente en comparación a la experiencia en escuelas privadas previas: “aquí los alumnos tenían más respeto, y los profesores se distinguían por su dinámica de trabajo”.

“Mi zona de trabajo fueron los Talleres de Lectura y Redacción. Y precisamente, mi primera experiencia fue por parte de los alumnos, tuve grupos muy buenos, brillantes, ellos fueron los que me enseñaron las clases taller”, dijo.

Trabajar en los cuatro turnos, que en aquel entonces tenía el CCH, fue muy significativo. Los alumnos de los primeros dos turnos eran muy chicos, entre 15 y 17 años; los de la tarde eran adultos que habían estudiado la secundaria y una carrera técnica. Muchos eran empleados de bancos o en otras ramas, “incluso recuerdo que tuve como alumna a una abuelita, como de 70 años”, indicó.

Sin embargo, comentó que a esa incipiente docencia le faltaba la formación didáctica y pedagógica que no da la licenciatura. Esas armas las adquirió, primero, en los cursos que ofrecía el Colegio y, por el otro lado, la práctica en las clases.

“Siempre me gustó ser profesora de lengua materna y literatura. En esos años, los talleres de lectura me permitieron trabajar con diferentes textos literarios (…) Se leían obras completas, llegamos a trabajar la literatura prehispánica, después en 1996 vino el cambio del Plan de estudios, lamento que se haya disminuido la literatura, el trabajo con la redacción fue más fuerte”, resaltó.

 

Trabajo colegiado

La profesora aseguró que un aspecto fundamental que aprendió en el CCH fue el trabajo colegiado. 

“Este se realiza en equipo, en los seminarios, en los grupos de trabajo. Recuerdo cómo junto con los compañeros del área elaborábamos exámenes extraordinarios, antologías u otro tipo de materiales para los cursos, después cuando se implementaron las primeras plazas de carrera, el trabajo en equipo siguió siendo muy importante”.

Y es que, afirmó, siempre el trabajo en equipo ha redituado más que el individual: “se aprende más de la crítica que el compañero hace de nuestro propio trabajo”.  En este sentido, la también reconocida con la Cátedra Maestra Rosario Castellanos 2011 evocó una actividad que le permitió trascender fronteras universitarias.

Compartió que, en ese entonces, se creó un programa para formar a profesores de bachillerato y de licenciatura en cuestiones de redacción; se diseñaron los cursos y se impartieron a las universidades estatales de toda la República Mexicana; “participé y para mí fue muy buena experiencia darle clases a colegas que no conocía (…) fue algo que no se volvió a repetir”.

 

El CCH, punta de lanza

Pero no sólo desde las aulas contribuyó a la formación de los jóvenes, también lo llevó a cabo desde la administración y como integrante de cuerpos colegiados, en comisiones dictaminadoras, como consejera académica, comisiones auxiliares, integrante del Consejo Interno, consejera técnica y actualmente como secretaria académica del CCH.

La profesora fue invitada por el doctor Benjamín Barajas Sánchez, director general del CCH, a encabezar la Secretaría Académica durante los dos periodos de su administración.

En este sentido, consideró que, desde el punto de vista normativo, el Colegio es muy rico, incluso más que otras dependencias universitarias, algo que se debe a los coordinadores y directores que han estado al frente de la institución.

Sobre todo, dijo, tiene documentos muy valiosos, como el Protocolo de equivalencias, que sirve, en principio, para los concursos de oposición abierta de las plazas de tiempo completo de los profesores de carrera, también para las promociones una vez que el profesor gana la plaza. También, dijo, destaca su Glosario de términos, muy importante porque no existen instrumentos así.

La académica detalló que en los concursos de oposición abierta los sinodales o las comisiones dictaminadoras solo indican que hay que hacer una crítica al programa y exponer por escrito un tema, pero en el Colegio de Ciencias y Humanidades los lineamientos para las pruebas de concurso para que un profesor obtenga la definitividad están muy bien delimitadas y definidas.

“Eso es muy importante porque el profesor sabe qué hacer y cómo hacerlo, además de los cursos que se les proporcionan, eso es muy valioso y a veces nosotros, como profesores, no lo notamos, no existe en otro lado, ni siquiera en la Escuela Nacional Preparatoria, casi estoy segura de eso”, resaltó.

Su paso por la secretaría general, como comisionada, también le permitió conocer el lado normativo de la institución, lo que le ayudó actualmente, como titular de la Secretaría Académica, a mantener una estrecha colaboración con la secretaría general.

 

Formación académica-administrativa

Aunque no fue alumna del CCH, indicó que todos sus hermanos estudiaron en el plantel Sur y Naucalpan. “La familia Juárez estudió en el CCH”, resaltó.  

Y es que el Colegio ha sido su casa. El lugar donde he crecido como persona e intelectualmente: “muchos dirán, sólo tiene licenciatura, pues sí; pero creo que lo que he aprendido en el Colegio ha sido más que la licenciatura, me he formado en los ámbitos de la literatura, de la didáctica, de la pedagogía, en ese sentido, he sido autónoma en mi aprendizaje”.

Y toda esta formación intelectual académica-administrativa la trasladó a la Secretaría académica, que desde 2018 encabeza. Todo esto junto con nuevas visiones de esta administración ha ayudado a aportar, “sin sentirme mucho, en cuestiones muy importantes al Colegio. Le estoy regresando al CCH todo lo que me ha dado, porque es una institución a la que quiero mucho”.

“Para mí ha sido una satisfacción muy grande el que pude transmitir lo que sé a muchas generaciones de muchachos, que hoy tienen carreras y han hecho su vida; aprendieron de mí a gustar de la literatura y a expresarse mejor por escrito y entender mejor lo que leían”.

Y, por otro lado, la formación de los profesores en cuestiones normativas de la institución, además de aportar nuevas propuestas para que el Colegio se modernice.

Sin embargo, es frente a los alumnos donde le gusta estar: “los estudiantes me dan esperanza, juventud; son el futuro del país, desafortunadamente, viven en un país difícil, por lo que es importante que reciban de la institución las armas intelectuales y una formación ética y moral para enfrentarse al mundo laboral”.

En este sentido, se congratuló de que la Universidad promueva la perspectiva de género y la Cultura de paz frente a los escenarios de violencia, que pareciera que son de lo más normal, cuando no es cierto, afirmó.

“Hay que darles a los chicos del CCH: tener esperanza y luchar por una vida mejor, una vida sin violencia, que tengan la capacidad de ser sensibles a las necesidades, no solamente de ellos ni de su familia, sino de los seres humanos que comparten con ellos”.

La tarde lluviosa y fría anuncia la llegada del otoño, como aquellos días de hace 50 años, sólo que ahora con un enorme agradecimiento.

“La satisfacción de ser docente el CCH me lo ha dado con creces, de los jóvenes que han pasado por mis clases y me dan las gracias por lo que aprendieron; con eso me siento satisfecha, todo lo me lo dio el Colegio: satisfacción, gusto y el honor de trabajar en esta institución. Larga vida al Colegio de Ciencias y Humanidades”, finalizó. 

 

Siempre me gustó ser profesora de lengua materna y literatura. En esos años, los talleres de lectura me permitieron trabajar con diferentes textos literarios”.

 

Lo que he aprendido en el Colegio ha sido más que la licenciatura, me he formado en los ámbitos de la literatura, de la didáctica, de la pedagogía”.

 

Hay que darles a los chicos del CCH: tener esperanza y luchar por una vida mejor, una vida sin violencia, que tengan la capacidad de ser sensibles a las necesidades”.

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